viernes, 20 de noviembre de 2015

Por los 43 de Ayotzinapa, por todos los desaparecidos

 
 
 
 
 
 
 
 
 
Quizá sea hora de no hacer nada
 
De quedarnos en la cama con la resaca de la
pesadilla nocturna.
Quizá sea hora de guardar silencio.
De dejar a los medios de comunicación sin ningún
escucha, sin ningún televidente.
O mejor aún, dejar de hacerlos.
Quizá sea hora de no hacer nada.
Que los centros comerciales se queden con sus
ofertas;
sin empleados o mejor aún que cierren en protesta
y que ofrenden sus dueños,
los empresarios, la ganancia que les corresponde.
Quizá sea hora de no hacer nada;
de no jugar en X Box juegos donde la sangre sobra,
de no hablar por teléfono, ni móvil ni de casa.
Quizá sea hora de dejar de decirle a Carlos Slim
que él también abusa al ofrecer servicios malos que
muy bien cobra.
Que él también es parte del problema.
Quizá sea hora de no hacer nada.
Quizá sea hora del silencio.
Quizá sea hora de no ir a la milpa,
de dejar vacías las centrales de abastos y las mesas
citadinas,
de dejar de ir a los campos agrícolas de Sinaloa a
recibir malos tratos.
O mejor aún, abrirle paso al ayuno y ofrendar por los
que no están.
Quizá sea hora de no hacer nada,
de dejar de pagar impuestos que financian los
sueldos
de empleados de lujo que se han adueñado de la casa.
Y la tienen sucia.
Quizá sea hora de dejar de fumar marihuana o de
inhalar cocaína.
De dejar a los que las producen, distribuyen, a los
que matan por ellas sin negocio.
Por ofrenda, por el otro, por los otros, aunque sea un
día.
No por moral ni demagogia: Por el chilango sin rostro.
Por los 43 que no aparecen.
Quizá sea hora de no hacer nada.
Dejar que sea el silencio el que hable.
Que sean las calles vacías las que griten.
Que sean las arcas sin impuestos las que hagan eco.
Que sean los que no están los que nos griten.
Que se sienta en las calles, en las milpas, en las universidades,
en México, su vacío.
Quizá sea hora de no hacer nada.
Quizá sea hora de dejar de fumar marihuana o de inhalar cocaína.
De dejar a los que las producen, distribuyen, a los que matan
por ellas sin negocio.
Por ofrenda, por el otro, por los otros, aunque sea un día.
No por moral ni demagogia: Por el chilango sin rostro. Por los 43
que no aparecen.
 
Marcedonio Carballo
 

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